Por:
Alejandro Duarte Rueda
Directivo
de Undeco
Creemos que la medida que ha
tomado la Alcaldía de Barranquilla de prohibirles a las tiendas de barrio venderle
cerveza al vecindario no es la más conveniente porque entonces el usuario se ve
obligado a tener que buscar sitios alejados de su residencia, de su barrio,
para poder satisfacer sus necesidades de recreación y sano esparcimiento.
Creemos que lo más conveniente sería una socialización de
las normas, un acercamiento pedagógico para que los tenderos, la comunidad y la
administración tengan una interacción permanente y se pueda mediante la
concertación, llegar a acuerdos y a un feliz término.
Somos concientes de que la protesta no es lo más
indicado, sería lo último a lo que los tenderos podrían recurrir. El sector de
los tenderos ha sido golpeado con diversidad de medidas en años anteriores,
pero se ha mantenido, y viene siendo
fortalecido en los últimos años.
Parece lógico que más de 15 mil tiendas en la ciudad que
se han visto afectadas con la prohibición de la venta de licor, tuvieran que
protestar, pero ese no es el camino, más bien debe ser dialogar, interactuar
para que se le permita al tendero de una manera controlada, expender licor para
llevar o para tomar dos o tres cervezas y no convertir el establecimiento en
una cantina, que es lo que al final de cuentas preocupa a la comunidad y a la administración
distrital.
La Unión Nacional de Comerciantes, UNDECO, siempre ha
sido respetuosa de todas las normas existentes, pero así como en épocas
anteriores hemos contribuido al mejoramiento de la calidad de vida de los
ciudadanos, ahora se le debe dar una oportunidad a estos comerciantes para que
también contribuyeran a la venta y consumo de licor moderado, es decir, una
especie de auto-regulación del tendero sobre todo en los barrios del sur de
Barranquilla, que es donde se hace más necesario.
Entonces la idea sería más bien socializar la medida de prohibición
con las tiendas y la comunidad con el propósito de que no haya alteración del
orden público; pero los tenderos tampoco quieren ningún tipo de contratiempos a
nivel del público consumidor y mucho menos con la administración distrital que
ha sido hasta este momento valiosa para el desarrollo de esta actividad
comercial y mercantil.
Las tiendas han sido un factor determinante en la vida de
las ciudades. No se podría concebir una ciudad sin sus tiendas de barrio,
porque estas generan un servicio personalizado; la tienda es el banco del
barrio, saca de apuros a la gente, genera muchos servicios, inclusive el creciente
y aplaudido servicio a domicilio.
La tienda se ha convertido prácticamente en un aliado del
vecino, que encuentra en la tienda una forma de adquirir sus productos cómodamente,
cerca de su residencia.
Y no podemos olvidar al epicentro de la tienda: el
tendero, ese ser humano abnegado y gentil, que madruga todos los días a surtir
su tienda, ese un ciudadano que paga cumplidamente sus impuestos, ese servidor cuya
esposa también se desvela por satisfacer las necesidades de los vecinos. Ese
tendero también tiene una familia, tiene hijos que atender y educar.
Por eso esta problemática no es tan simple, hay que mirar
al interior de la tienda y analizar detenidamente de qué manera una prohibición
como esta afecta la economía familiar del tendero y cómo obstaculiza el papel
de regulador de las relacione sociales que el tendero cumple en su vecindario, en
todo un barrio, en toda una comunidad.
@aduarte01
aduarte.1@hotmail.com