En Barranquilla la inseguridad campea, la Policía es incapaz
de ejercer su autoridad en toda la ciudad y a cada ciudadano. Las bacrim la
tienen sectorizada. Los vándalos no le comen cuento a una detención, confían en
que sus abogados les conseguirán una detención domiciliaria como mínimo, lo que
los regresará inmediatamente a continuar delinquiendo. Las ollas son famosas,
todos sabemos donde están, principalmente la Policía, pero ellas son inmunes, continúan
ahí años tras año. Los drogadictos no disponen de un centro especializado de rehabilitación
del estado, hay algunos privados, muy buenos y muy costosos; Un pobre
marihuanero o basuquero no tiene chance de entrar en él. Mucho empleo informal
y pocas oportunidades de empleo formal.
Pueden triplicar el pie de fuerza, pueden doblar las
condenas, pueden poner más de las 5.500 cámara de vigilancia que ofrece Guillo
Polo, el asesor “especial” de seguridad del distrito; pero si estas medidas no
son acompañadas por la verdadera presencia del estado, con políticas de resocialización,
nos demos la pela de verdad verdad de combatir las bacrim y no cohonestar con
ellas, no combatamos las ollas de narcotráfico de la ciudad, no se generen políticas
de empleo formal, es casi imposible de disminuir la criminalidad.
Los comandantes de la Policía del Distrito siempre los están
cambiando año tras año, entonces todos tienen la excusa que apenas están conociendo
los problemas de la ciudad, y por ahí se lavan las manos.
Mientras todo esto pasa, la Señorita alcaldesa ataca a la población
barranquillera con un nuevo impuesto adicional como los es la Valorización II,
prometiendo obras, cuando todos sabemos que estos recursos solo aumentaran los
niveles de corrupción. Esta afrenta contra los ciudadanos, lo que hace es
incrementar los niveles de violencia y furia reprimida, que puede desembocar en
suicidios, actos de vandalismo, protestas populares.
El Concejo de Barranquilla, no es más que un club de
privilegiados que llegan allá hacer lo suyo; a sacar el dinero que invirtieron
en su campaña, y así sucesivamente, seguimos en una ruleta rusa de la que no
podremos salir.
Mas sin embargo, debemos perseverar en nuestras luchas
ciudadanas, seguir elevando nuestras voces de protestas por las redes sociales
(Twitter, Facebook y otras), que se han convertido en las herramientas modernas
del ciudadano, dada a la autocensura que se dan los medios de comunicación,
privilegiando la pauta publicitaria, por encima de los derechos ciudadanos.