Es muy fácil
en esta época, evocar viejos y bellos recuerdos del pasado, en especial, cuando
ese pasado está directamente relacionado con otras regiones, con otros lugares,
tan distintos a los que finalmente hemos recorrido el mayor tiempo de nuestras
vidas.
Y es que
no es lo mismo nacer y criarse en tu barrio, jugando con tus vecinos,
recordando la espera del bus que nos llevaba a nuestro colegio, las bromas que
les hacíamos a nuestros profesores y el piropo cursi que le dijimos a aquella
niña linda que nos hacia soñar; Muy distinto es cuando en su infancia se está
rodeado del ruido de la naturaleza, de las chicharras del medio día, de las luciérnagas,
de los pájaros, del bramar del ganado, las cabras y venados, del aullido de los
perros, del chillido de los cerdos y el crujir de las caudalosas aguas del Rio
Fonce al paso por la vereda.
Así
paso, luego de conocer a esa hermosa Barranquilla, que siempre nos hace soñar, con
sus pequeñas embarcaciones de pescadores que se apostaban en los alrededores de
la Intendencia Fluvial para vender sus peces, luego de ver como el río se junta
con el mar en las aguas de Bocas de Ceniza, de conocer el Muelle de Puerto
Colombia y las playas de Santa Verónica, -luego de esto-, se dio el regreso a
mi tierra, a la tierra que me pario.
Aprendí
a labrar la tierra, a cosechar tabaco, maíz, millo, tomate, papaya, yuca,
cebolla, cilantro, ahuyama, patilla, naranjos, limones, criar cerdos, ganado,
chivos, perros, gallinas, gallinetas, piscos, patos, en fin, allá en el Cucharo
fui muy feliz.
Pero en
verdad, no sé si fuí tan feliz como lo evoco, pues término por creer que hasta
los recuerdos nos traicionan, y nos hacen soñar con el pasado. De todas formas,
me hace feliz pensar que en aquella época en el Cucharo, fui muy feliz, a pesar
de que no había, luz, agua, gas, Tv Cable, teléfono, televisión, baños, cama,
sabanas, ropa de dormir, chanclas, pijamas. Solo lo que ya dijimos: Lo que la
tierra producía y nosotros con nuestras manos ayudabas a cultivar.
No
recuerdo haberme acostado con hambre o sed, pues en la casa había lo necesario
para vivir y ser feliz en medio de todas las carencias, que para aquella época no
añorábamos, pues ya no recordaba que existían. Los niños olvidan con mucha facilidad,
y yo solo recordaba mi pasado en los sueños.
Hoy veo
una Barranquilla saliendo adelante y con un futuro promisorio. La mirada que
estamos dando hacia el Rio Magdalena nos traerá progreso, no solo a los de acá,
sino a todo el país. Esta es la ciudad de las oportunidades. Llegaron los
franceses y sus mujeres a B/quilla, asiáticos, Libaneses, Turcos,
Santandereanos y ahora la ciudad se está llenando de paisas, gente trabajadora,
incansable y con estupendas ideas.
¡Gracias
Barranquilla! por permitirnos a todos realizar nuestros sueños, por acogernos,
para facilitarnos la vida, por permitir que sus hijos y los hijos de los foráneos
constituyan nuevas familias, y todos juntos empujemos hacia un mismo lugar: Una
Barranquilla cada día más linda, con nuevas y mejores oportunidades. Feliz
navidad y un 2015 lleno de amor, paz, salud y prosperidad.
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